DISEÑO CURRICULAR NACIONAL DE LA
EDUCACIÓN BÁSICA REGULAR
La Educación Básica se organiza en:
1. Educación Básica Regular (EBR),
2. Educación Básica Especial (EBE) y
3. Educación Básica Alternativa (EBA).
ORGANIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN BÁSICA
REGULAR
La Educación Básica Regular es la modalidad que
abarca los 3 niveles de Educación.
1. Educación Inicial,
2. Educación Primaria y
3. Educación
Secundaria
Está dirigida a los niños y adolescentes que pasan
oportunamente por el proceso educativo.
OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN BÁSICA:
a) Formar integralmente al educando en los aspectos
físico, afectivo y cognitivo para el logro de su identidad personal y social,
ejercer la ciudadanía y desarrollar actividades laborales y económicas que le
permitan organizar su proyecto de vida y contribuir al desarrollo del país.
b) Desarrollar capacidades, valores y actitudes que
permitan al educando aprender a lo largo de toda su vida.
c) Desarrollar aprendizajes en los campos de las
ciencias, las humanidades, la técnica, la cultura, el arte, la educación física
y los deportes, así como aquellos que permitan al educando un buen uso y usufructo
de las nuevas tecnologías.
NIVELES DE LA EDUCACIÓN BÁSICA
REGULAR:
Son períodos graduales articulados del proceso
educativo:
a) Nivel de Educación Inicial
La Educación Inicial atiende a niños menores de
6 años y se desarrolla en forma escolarizada y no escolarizada.
Promueve prácticas de crianza con participación
de la familia y de la comunidad; contribuye al desarrollo integral de los
niños, teniendo en cuenta su crecimiento físico, afectivo y cognitivo. El
Estado asume sus necesidades de salud y nutrición a través de una acción
intersectorial.
La Educación Inicial se articula con la
Educación Primaria asegurando coherencia pedagógica y curricular, pero conserva
su especificidad y autonomía administrativa y de gestión.
b) Nivel de Educación Primaria
c) Nivel de Educación Secundaria
CARACTERIZACIÓN DE LOS CICLOS DE LA
EBR
El artículo 28° de la Ley General de Educación, Nº
28044, establece que el sistema educativo se organiza en ciclos, es decir,
procesos educativos que se desarrollan en función de logros de aprendizaje.
La
Educación Básica Regular se organiza en siete ciclos que se inician en el nivel
de Educación Inicial, en el cual se configuran las bases fundamentales del
desarrollo de la personalidad, que en las sucesivas fases de la vida se
integrarán y consolidarán; pasando por la primaria y culminando en la
secundaria.
El ciclo, como unidad temporal básica, comprende una organización
por años cronológicos y grados de estudio, considerando las condiciones
pedagógicas y psicológicas que los estudiantes tienen según el desarrollo
evolutivo, para el logro de sus aprendizajes desde una perspectiva de
continuidad que asegure la articulación de las competencias que deben desarrollar
los estudiantes.
En el proceso de desarrollo de las competencias, la
influencia de los contextos, los estímulos culturales, la lengua, así como las
condiciones internas y externas provenientes de la institución educativa, de
los agentes educativos y de la realidad misma, influyen en los estudiantes. Del
mismo modo, juegan un rol fundamental las características propias de la persona
que aprende, sea su estado nutricional, su maduración neurológica, el estado
emocional, y los procesos endocrinos. Es por ello que la institución educativa
requiere identificar con claridad cuáles son las características de cada ciclo,
y reconocer esa diversidad de estudiantes que tendrá en cada uno de ellos, para
poder atender a todos respetando sus diferencias.
I CICLO
Durante el primer ciclo, el desarrollo de los niños
está marcado por el inicio del proceso de individuación, lo cual los llevará a
la identificación de sí mismos como seres únicos. En estas primeras
experiencias de vida, de conocer el mundo, de placeres y disgustos, van a ir
ajustando sus ritmos biológicos a las rutinas del ambiente familiar,
desarrollando diferentes competencias básicas para la vida. En este sentido,
los niños comparten la necesidad de una atención individualizada debido a su dependencia
con los adultos; esto requiere de una intervención educativa orientada a
favorecer la expresión de las necesidades, deseos y emociones de los niños y a
que las puedan identificar. Además de permitirles explorar y transformar su
entorno, lo cual los llevará a una progresiva autonomía en las rutinas y
actividades cotidianas.
Dicha intervención debe procurarles la atención a sus
necesidades básicas de salud, higiene, alimentación y afecto, que constituyen
la base para su desarrollo armónico, así como la promoción de la exploración
autónoma en un ambiente de seguridad física y afectiva.
La culminación de este ciclo, al finalizar los dos
años de edad, se basa en que en esta etapa se cumple un período importante del
desarrollo, se consolidan procesos que comenzaron a configurarse desde los
primeros meses con el desarrollo de una mayor autonomía e identidad y van
manifestando mayor interés por integrarse y participar progresivamente en
pequeños grupos, habiéndose iniciado en la simbolización a través del lenguaje
y el desarrollo, importantes habilidades y coordinaciones motoras gruesas y
finas.
II CICLO
Considera el período desde los tres hasta los cinco
años. Se estima que en torno a los tres años los niños han alcanzado un
desarrollo evolutivo que les permite participar de manera más independiente y
activa de una mayor cantidad y variedad de experiencias educativas,
integrándose a grupos más grandes o con niños mayores.
Se produce un cambio significativo en sus necesidades
de aprendizaje, debido a una mayor autonomía en relación a los adultos,
capacidad de integrarse con otros y expansión del lenguaje.
En esta etapa, los niños han logrado mayor dominio,
control y coordinación sobre sus movimientos y una mayor conciencia acerca de
las características y posibilidades de su cuerpo, lo que les permite sentirse
más seguros y confiados.
El desarrollo de su pensamiento les permite
establecer relaciones lógico-matemáticas y desarrollar significativamente y de
diversas maneras la capacidad de comunicación; habiendo logrado diferenciarse y
avanzar significativamente en la construcción de su identidad, pueden ampliar y
diversificar sus relaciones interpersonales. En esta etapa, los niños han
logrado mayor dominio, control y coordinación sobre sus movimientos y una mayor
conciencia acerca de las características y posibilidades de su cuerpo, lo que
les permite sentirse más seguros y confiados.
El carácter educativo de este ciclo permite sentar
las bases del desarrollo cognitivo y social posterior para prevenir el fracaso
escolar; por ello es importante incrementar el acceso a Educación Inicial y
compensar las desventajas que presentan los niños de entornos desfavorecidos.
En este ciclo se busca que desarrollen capacidades
comunicativas, que les permitan afianzar el proceso de adquisición de su propia
lengua y de su acercamiento a otras lenguas (materna y una segunda lengua). Así
mismo, que desarrollen experiencias afectivas, sociales, culturales y de
convivencia que contribuyan a su desarrollo integral, y al logro progresivo de
una mayor autonomía personal a fi n de aplicar lo aprendido a situaciones de la
vida cotidiana.
III
CICLO
IV
CICLO
V
CICLO
VI
CICLO
VII
CICLO
LA TUTORÍA EN LOS NIVELES EDUCATIVOS
En educación inicial y primaria la tutoría es
responsabilidad del docente de aula y se realiza de manera permanente y
transversal a todas las actividades pedagógicas.
En el nivel Inicial se debe:
1. Favorecer la diversidad de experiencias en los
niños y aportar al fortalecimiento de su seguridad y autoestima.
2. Observar a los niños para comunicarse de manera
permanente con las familias contribuyendo a la crianza de sus hijos.
ESCALA DE CALIFICACIÓN EBR
HORAS DE ENSEÑANZA
Las Instituciones Educativas públicas y privadas
desarrollan un determinado número de horas según el nivel educativo. En el caso
de Educación Inicial deben acumular 25 horas pedagógicas semanales haciendo un
total de 900 horas anuales,
Las horas de
estudio citadas son consideradas como mínimas, y las instituciones educativas
pueden ampliar la jornada de estudios según sea el caso.
SIETE PRINCIPIOS DE LA EDUCACIÓN
INICIAL
Las necesidades básicas de cuidado y protección y las
necesidades de desarrollo y aprendizaje organizan los 7 principios del enfoque
del nivel Inicial a tener en cuenta en todas las acciones educativas:
PRINCIPIO
DE UN BUEN ESTADO DE SALUD:
Todo niño debe gozar de un buen estado de salud
física y mental. El cuidado de la salud en los primeros años de vida, supone la
atención a un desarrollo físico y mental armónico con su entorno social que le proporcione bienestar.
Todo niño desde el momento de su nacimiento debe tener un control periódico y
oportuno de su salud, aplicación de vacunas para prevenir enfermedades
calendario de desarrollo a partir de las señales de crecimiento y maduración.
Un niño saludable es quien goza de una adecuada
nutrición, higiene y buen trato.
Todo niño
merece ser aceptado y valorado en su forma de ser y estar en el mundo. Cada
niño es una persona única con su propio ritmo, estilo, momento y procesos
madurativos para aprender y desarrollarse. Respetar al niño es saber
identificar sus características, ritmo y estilo de aprender. El docente debe
saber elegir acciones educativas oportunas sin apresurarlos ni presionarlos.
Todo niño tiene derecho a que se le brinde seguridad
física y afectiva. Tanto en el hogar como en otros espacios educativos es
necesario limitar el número de personas que lo atienden directamente y asegurar
la continuidad de su presencia. Se requiere compromiso con una relación cálida
y respetuosa que, de forma inteligente, reconozca e interprete sus necesidades.
El momento de la atención y cuidados es privilegiado para establecer una
relación afectiva a través de actitudes que favorecen las condiciones
necesarias para un buen desarrollo. La necesidad de estabilidad en los niños de
0 a 3 años, requiere de un espacio que le sea familiar por lo que en este
período deberá privilegiarse el hogar. Así mismo, de un espacio físico amplio y
seguro donde se desplace en forma libre y autónoma.
PRINCIPIO
DE COMUNICACIÓN:
Todo niño debe expresarse, escuchar y ser escuchado.
Todo niño necesita comunicarse y para hacerlo recurre
al lenguaje verbal y no verbal. Docentes y promotores educativos comunitarios
deben acercarse a esta forma de comunicarse y establecer diálogo con los niños.
Todo niño debe actuar a partir de su propia
iniciativa, de acuerdo a sus posibilidades. Los niños, si se les permite son
capaces de hacer cada vez más cosas y por tanto valerse por sí mismos. Son
capaces de agenciarse para resolver pequeñas tareas y asumir responsabilidades
con seriedad y entusiasmo como el cuidado de uno mismo, alimentarse, ir al
baño, entre otros. El adulto debe favorecer su autonomía sin interferir en las
iniciativas de los niños, salvo cuando éstas representen un peligro.
Todo niño necesita libertad de movimiento para
desplazarse, expresar emociones, aprender a pensar y construir su pensamiento.
El movimiento es fundamental durante los primeros años de vida, especialmente
porque está relacionado al desarrollo de sus afectos, a la confianza en sus
propias capacidades y a la eficacia de sus acciones. La libertad de movimiento
es para el niño, la posibilidad, desde que nace, de interrelacionarse con su
entorno para descubrir y experimentar con todo su cuerpo sus propias posturas y
acciones motrices. A través del movimiento su cuerpo experimenta sensaciones
con las que aprende a regular sus impulsos. La libertad de movimiento requiere
de un espacio adecuado, vestimenta cómoda, suelo firme y juguetes u objetos
interesantes para él. A partir del desarrollo motor se sientan las bases de su
desarrollo intelectual.
PRINCIPIO
DE JUEGO LIBRE:
Todo niño, al jugar, aprende. Por su naturaleza
eminentemente activa, los niños necesitan el juego para construir su propia
subjetividad e identidad. A temprana edad, el juego es particularmente corporal y sensoriomotor, lo
que permite el desarrollo de la motricidad, estructuración de su esquema
corporal y del espacio, así como el conocimiento y la comprensión progresiva de la realidad. Es
vehículo.
En los primeros años, el juego debe ser libre,
espontáneo, creado por el niño y a iniciativa de él. El niño puede y sabe jugar
con sus propios recursos, sin embargo necesita de un adulto que lo acompañe y
prepare las condiciones materiales y emocionales para que pueda desplegar su
impulso lúdico en diferentes acciones motrices.
Los niños, al jugar, aprenden; es decir, cuando un
niño actúa, explora, proyecta, desarrolla su creatividad, se comunica y
establece vínculos con los demás, se está desarrollando y, en definitiva,
transforma el mundo que lo rodea: en esto consiste el aprendizaje.